viernes, 13 de agosto de 2010

Dos manos

Dos manos de frente son dos alas

son una alharaca de caricias,

carnaval de recorridos;

un eterno volver a un mismo punto que se siente siempre distinto.



Son dos orillas de un mapa humano

y dos dedos que señalan sobre el mapa de una ciudad futura.

Dos veces encender luz ambarina.



Dos manos son dos intentos frente a un cerrojo,

dos abrires y cerrares -detrás de sí- de la puerta de un espacio que hacer propio.



Dos manos para destejer lentamente la urdimbre de tu nostalgia taciturna,

arrimar una media luna de manzana a los labios,

y tender la llave que venza la cerradura del enigma.



Dos manos son los andares repetitivos sobre los caracoles de mi cabello;

un idéntico paseo por la glorieta de tu cintura.



Dos manos, en ademán habitual, para insinuar lo oportuno de un silencio propiciatorio.

Para desabotonar botones, desanudar nudos y desvestir de vestiduras que de golpe se revelan estorbo.

Dos manos para sembrar y cosechar ese deseo derramado sobre los muslos.



Dos manos como sostén del libro que te rezo.

Dos, para, tinta mediante, escribirte entre versos obstinados.


Irma Zermeño (c) Todos los derechos reservados.

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